La verdad sobre el k-pop no es como te la imaginas, detrás de lo que parece ser un género más de música, hay todo un régimen y exigencias que hay que cumplir.
La banda de k-pop femenino BlackPink lanzó su documental en Netflix el 14 de octubre del 2020, éste trata sobre los cuatro años de carrera de la banda, desde su debut en 2016, su vida, entrevistas e historias personales.
También se habla sobre las experiencias en la academia donde se forman a las artistas, su régimen tan estricto de trabajo y los pocos o nulos días de descanso; pero eso no es todo sobre las academias de las estrellas pop.
La verdad sobre el k-pop no es lo que tú piensas, existen muchos sacrificios detrás de las increíbles coreografías y movimientos perfectos. El k-pop es considerado como la sublimación de la globalización debido al concepto “tecnología cultural”, definición atribuida a Lee Soo-Man, fundador de la discografía DM.
Este género nace en los 90 con una mezcla de bases musicales como el hip hop, rock, disco, techno, entre otros. Pero tuvo gran popularidad a partir del 2012 gracias al primer hit mundial “Gangnam Style”, convirtiéndose en el video más visto en la historia de YouTube.
Luego aparecieron grupos femeninos que tomaron gran fuerza en la industria, como Girls Generation, Wonder Girls y BlackPink.
Algo tan grande como lo es el k-pop requiere de cierto esfuerzo y sacrificios para mantener sus altos números y demanda en todo el mundo; además, se trata de una política de estado de Corea del Sur, donde aparte de ser potencial económico, es una forma más de expandir su cultura.
Pero los esfuerzos y sacrificios llegan demasiado lejos; las academias para formar a las futuras estrellas tienen arduas horas de trabajo, en sus internados con condiciones inhumanas apenas tienen contacto con el mundo exterior, pues ensayan 14 horas diarias.
En estos internados se les enseña canto, baile, actuación, idiomas, modelaje y a tratar con medios de comunicación, esto para mostrar y obedecer bajo un status impuesto.
A las estrellas, sobre todo a las mujeres, se les exige estar en cierto porcentaje de peso para cumplir con los estándares de belleza a los que los medios están acostumbrados, por supuesto que esto se logra a base de dietas estrictas y con altas prohibiciones en su alimentación.
Estar en estas academias te lleva aproximadamente 12 años, donde la única forma de salir de ellas es triunfando como artista o fracasando en el intento.
El documental de Netflix, Blackpink: Light Up the sky termina con una plática entre ellas donde suponen que a sus 40 años ya no podrán trabajar en ese medio. La vida comercial de un artista de k-pop nunca dura más de 6 años; conociendo las exigencias de la industria, las chicas conocen perfectamente su límite en la música.